domingo, 12 de marzo de 2017

José de Espronceda


Canción del pirata, José de Espronceda


Por si queréis oírla:

https://youtu.be/JqE7GV6CvxA





Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín;

bajel pirata que llaman,
por su bravura, el Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.

La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul; 

y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul;

 «Navega velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza,
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.



»Veinte presas
hemos hecho
a despecho,
del inglés,


»y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.


»Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.

»Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra,
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.



»Y no hay playa
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,


»que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor.


»Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.

»A la voz de ¡barco viene!
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar:
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.



»En las presas
yo divido
lo cogido
por igual:


»sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.


»Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.

»¡Sentenciado estoy a muerte!;
yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena
quizá en su propio navío.



»Y si caigo
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,


»cuando el yugo
de un esclavo
como un bravo
sacudí.


»Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.

»Son mi música mejor
aquilones
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.



»Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,


»yo me duermo
sosegado
arrullado
por el mar.


»Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar».


Publicada en 1835, La "Canción del pirata" es un poema de extrema perfección formal que alcanzó amplísima popularidad, pues es obra fundamental en la evolución poética de Espronceda y, además, en la poesía romántica española, Se han subrayado sus cualidades formales: lenguaje conciso con gran poder de síntesis, imágenes adecuadas, perfecta descripción de la estampa del pirata y su entorno, ritmo intensamente marcado y variedad de versos y estrofas -polimetría y poliestrofismo-, según las diversas situaciones del poema, lo que demuestra un total dominio de la versificación. Sin embargo, es importante destacar la sencillez léxica, la ausencia de frases tópicas y la estructura sencilla y armoniosa.

Es la primera vez que aparece en la poesía española del siglo XIX un personaje de inequívoca estirpe romántica que afirme y reivindique con orgullo su independencia y desprecio frente a la sociedad, su amor a la libertad y su rebelión contra un mundo cuya ley, ética e intereses le parecen irrisorios por absurdos.

Escrito en primera persona, el lector se siente desde el principio atraído por la arrogancia y el poderío del pirata, por la orgullosa independencia del hombre libre, por la exaltación de la libertad y el riesgo y, en fin, por la actitud romántica del rebelde que transgrede el orden social y sus convenciones. Basándonos en el estribillo de la canción, para el hombre romántico la libertad es el dios, la fuerza y el viento son ley, y el mar es la patria; por ello, para Espronceda, la figura del réprobo es símbolo de vida espiritual y moral y trasunto de su sensibilidad y sentimiento. Desde luego, es significativo que, para encarnar el mundo, los románticos tuvieran que acudir a seres marginales y, más aún, automarginados, como se autodefine el pirata -o también el mendigo-; porque ni el rey, ni el sacerdote, ni el sabio, ni el héroe les servían para personificar su exaltación del yo y sus anhelos de libertad y de justicia.





EL MENDIGO

Mío es el mundo: como el aire libre,
otros trabajan porque coma yo;
todos se ablandan si doliente pido
una limosna por amor de Dios.

El palacio, la cabaña
son mi asilo,
si del ábrego el furor
troncha el roble en la montaña,
o que inunda la campaña
El torrente asolador.

Y a la hoguera
me hacen lado
los pastores
con amor.
Y sin pena
y descuidado
de su cena
ceno yo,
o en la rica
chimenea,
que recrea
con su olor,
me regalo
codicioso
del banquete
suntüoso
con las sobras
de un señor.

Y me digo: el viento brama,
caiga furioso turbión;
que al son que cruje de la seca leña,
libre me duermo sin rencor ni amor.
Mío es el mundo como el aire libre...

Todos son mis bienhechores,
y por todos
a Dios ruego con fervor;
de villanos y señores
yo recibo los favores
sin estima y sin amor.

Ni pregunto
quiénes sean,
ni me obligo
a agradecer;
que mis rezos
si desean,
dar limosna
es un deber.
Y es pecado
la riqueza:
la pobreza
santidad:
Dios a veces
es mendigo,
y al avaro
da castigo,
que le niegue
caridad.

Yo soy pobre y se lastiman
todos al verme plañir,
sin ver son mías sus riquezas todas,
qué mina inagotable es el pedir.
Mío es el mundo: como el aire libre...

Mal revuelto y andrajoso,
entre harapos
del lujo sátira soy,
y con mi aspecto asqueroso
me vengo del poderoso,
y a donde va, tras él voy.

Y a la hermosa
que respira
cien perfumes,
gala, amor,
la persigo
hasta que mira,
y me gozo
cuando aspira
mi punzante
mal olor.
Y las fiestas
y el contento
con mi acento
turbo yo,
y en la bulla
y la alegría
interrumpen
la armonía
mis harapos
y mi voz:

Mostrando cuán cerca habitan
el gozo y el padecer,
que no hay placer sin lágrimas, ni pena
que no traspire en medio del placer.
Mío es el mundo; como el aire libre...

Y para mí no hay mañana,
ni hay ayer;
olvido el bien como el mal,
nada me aflige ni afana;
me es igual para mañana
un palacio, un hospital.

Vivo ajeno
de memorias,
de cuidados
libre estoy;
busquen otros
oro y glorias,
yo no pienso
sino en hoy.
Y do quiera
vayan leyes,
quiten reyes,
reyes den;
yo soy pobre,
y al mendigo,
por el miedo
del castigo,
todos hacen
siempre bien.

Y un asilo donde quiera
y un lecho en el hospital
siempre hallaré, y un hoyo donde caiga
mi cuerpo miserable al espirar.

Mío es el mundo: como el aire libre,
otros trabajan porque coma yo;
todos se ablandan, si doliente pido
una limosna por amor de Dios.

Comentario de texto:

https://evanombela.files.wordpress.com/2013/01/comentario-de-el-mendigo-de-espronceda.pdf

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